domingo, 27 de junio de 2010

Simulacro 29 - Dame tiempo

I.

Dame tiempo a cerrar los ojos.
Qué ridículo que quede retenida,
como última imagen procesada
una pared, un techo, una esquina
o una puerta medio abierta.

Qué penoso tener esa foto inmóvil,
interfiriendo con las últimas señales
que se desenredan en la mente y se
liberan al fin del centro serializador y
unificador del pensamiento.

Dame tiempo de vivir el miedo,
de asumirlo y poder centrarme en
ver esas estrellas lineares como
hebras, que resplandecen al curvarse
y forman superficies como espejos.

El gran patrón se pierde y las ideas
surgen en relaciones inéditas, pareciendo nuevas,
algunas reconocibles aunque vagas, cada vez más tenues.
Se desmorona todo, pero así se aprecian muy bien las partes:
duplicadas y multiplicadas hasta el infinito,
solitarias y sin relación, pareciendo absurdas,
oscuras que se tornan claras,
consagradas que desaparecen para siempre,
la infancia mezclada con la madurez,
los sueños con los grandes momentos,
la gente con los monstruos del miedo,
del rechazo, de la culpa, los remordimientos y el deseo.
La amistad y el amor brillan ahora como nunca,
astros inconfundibles y vibrantes,
sin facetas, sin reflejos.

La nostalgia viscosa atrapa grupos de recuerdos
entre la oscuridad que se expande.
Ese espacio vacío lo aprovecha el ovillo para desintegrarse.
Al soltarse, las hebras se hacen finas, muy finas, y desaparecen.

II.


Un nudo cálido aferra ahora mis dedos.
Un gradiente granate que baña la negrura
y se deja desaparecer de nuevo.
El olor, la voz; estos destellos que se aparecen no quiero perderlos.
Ya estaba todo oscuro pero, en el centro,
una bola incandescente se hace grande, palpita
y se acerca, lo inunda todo.

Es un amasijo de hilos, olas de brillantes surcos dorados,
fibras oníricas de un mar que me llevó
arriba y abajo con la tormenta,
adelante y atrás con la calma,
siempre permitiéndome ser su viajero.

Dame tiempo a abrir los ojos, esta vez,
un último momento, y que quede de esta
forma su imagen rebotando en el eco infinito
del tiempo que se me escapa.
Su rostro y su mano agarrada a la mía,
ahora que todo acaba,
permanecerán en mi, y donde se encuentra la nada, para siempre.

miércoles, 9 de junio de 2010

Virus y Virus

Todos conocemos la homonimia con la palabra virus.

Los virus biológicos son código genético envuelto por una cápsula protectora de proteínas y,
en ocasiones, con membrana lipídica y con alguna proteína soluble. Su función se puede resumir como:

- Eludir los sistemas de defensa
- Entrar en la célula
- Utilizar la maquinaria de la célula para traducir su código
- Crear nuevas copias del virus
- Salir de la célula
- Repetir

Lo sorprendente de estos virus es que surgieron hace millones de años, probablemente miles de millones, y lo hicieron de forma espontánea. Algunos incorporan código de las células, que sólo casualmente les sirve para adquirir nuevas funcionalidad y ventajas. También sufren mutaciones en el código, duplicaciones, etc.

Los virus informáticos son programas informáticos, generalmente de no mucha extensión, creados por programadores con la intención de:

- Superar los sistemas de defensa de un ordenador
- Ubicarse en memoria, habitualmente suplantando a otros ejecutables.
- Utilizar la CPU del ordenador infectado para ejecutarse
- Duplicarse
- Dispersarse por medios de almacenamiento o por red
- Repetir

La cuestión que aquí planteo es si existe la posibilidad de que los virus informáticos cambien, evolucionen o muten, a través de errores en el código durante su duplicación o durante su transmisión por la red, de forma espontánea, y si de esta forma podrían, cuando la red tenga un flujo de información lo suficientemente vasto y a lo largo de muchos años, adquirir nuevas funcionalidades no programadas voluntariamente.

Simulacro 13 - Teoría del lenguaje de las miradas

No quiero hacer daño con la mirada
Sólo comunicarme con esa persona con quien soy yo
y con quien creo que es ella.

Quizás proyecta, divertida, y haga creer
que hay más singularidad de la que hay.
Quizás a veces es un prejuicio,
igual que el que acepto de al que no le gusto,
sin querer dar tiempo a la gente, a conocer.
Todo tiene un motivo en mi, en ti y en aquel;
lo bueno, lo malo y lo que está por hacer.

Quedan muchas emociones perdidas en el camino
que desde mis ojos a los tuyos pueden
establecerse en otra realidad, que no es la mía.

Saltos en el vacío,
entre espirales distantes y palpitantes,
en los que el mensaje no envejece pero viaja
a otra escala de tiempo y con gravedad se deforma.

Establecer un límite es complicado
pues no siempre las dos partes estarán de acuerdo,
degradándose la relación en pos de los sentimientos.
Uno minimizando el impacto, protegiendo lo que han hallado,
la otra parte es el ajedrecista, que no soportará mucho más, para él es en vano.
Un tira y afloja que va estirando una soga flexible, resbaladiza,
que no hace sino alejar a los contendientes sin dar la victoria a uno,
sino la derrota a ambos.

Si no fuera tan complicado, habría sólamente
disfrute de la sencillez y libertad.
Porque es tan difícil no quiero hacer daño.

Si lo tengo que hacer,
miraré hacia otro lado.