miércoles, 9 de junio de 2010

Simulacro 13 - Teoría del lenguaje de las miradas

No quiero hacer daño con la mirada
Sólo comunicarme con esa persona con quien soy yo
y con quien creo que es ella.

Quizás proyecta, divertida, y haga creer
que hay más singularidad de la que hay.
Quizás a veces es un prejuicio,
igual que el que acepto de al que no le gusto,
sin querer dar tiempo a la gente, a conocer.
Todo tiene un motivo en mi, en ti y en aquel;
lo bueno, lo malo y lo que está por hacer.

Quedan muchas emociones perdidas en el camino
que desde mis ojos a los tuyos pueden
establecerse en otra realidad, que no es la mía.

Saltos en el vacío,
entre espirales distantes y palpitantes,
en los que el mensaje no envejece pero viaja
a otra escala de tiempo y con gravedad se deforma.

Establecer un límite es complicado
pues no siempre las dos partes estarán de acuerdo,
degradándose la relación en pos de los sentimientos.
Uno minimizando el impacto, protegiendo lo que han hallado,
la otra parte es el ajedrecista, que no soportará mucho más, para él es en vano.
Un tira y afloja que va estirando una soga flexible, resbaladiza,
que no hace sino alejar a los contendientes sin dar la victoria a uno,
sino la derrota a ambos.

Si no fuera tan complicado, habría sólamente
disfrute de la sencillez y libertad.
Porque es tan difícil no quiero hacer daño.

Si lo tengo que hacer,
miraré hacia otro lado.

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