lunes, 31 de agosto de 2009

Simulacro 5 - II. Órbitas

Parece que esta no va a ser la historia que estaba esperando. Tampoco la necesito. Llevo ya unos cuantos buenos trabajos. Pero coño, algo me dice que aquí hay un buen relato, algo que merece la pena contar. Estos papeles no me dicen nada. He hecho unos cientos de kilómetros para estas frías anotaciones que no valen el esfuerzo. La agencia espacial, sí, muy bonita, pero esa restricción de no poder enviar los papeles por ningún medio... Joder, estos protocolos son estúpidos. Como si no supieran que corren más riesgo metiendo a un periodista aquí cada 20 años, que enviando un mail con informes insulsos cada 5 minutos. Pero bueno, ya que estamos le he echado un vistazo. Nombres de los tripulantes, fecha de salida y regreso del cacharro con el que partieron, objetivo de la misión, etc. Todo el mundo sabe esto a estas alturas. Lista de objetos personales: aquí parecía que podría encontrar algo, pero después de un rato repasándola nada. Entre medio un buen fajo de hojas con registros de la computadora: a las x horas patatín, a las x horas patatán, sube la temperatura un grado, presión estable, blabla... nada, un montón de líneas cuya característica más destacable parece ser la de que van todas seguidas, una detrás de la otra. Al final algunos documentos gráficos, muy bonitos así en blanco y negro sí señor. Fotos de la salida, del interior, de la comida y los aparatos, de los hibernaderos, ...

Me voy a dar una ducha y quizás salga a tomar algo. Mañana vuelvo a casa. No se si seguir con esto y contar una historia tonta sin más, si decirle al jefe que se lo deje a algún becario... no se. O quizás debería contarlo objetivamente, dejando en el aire el misterio de por qué se lanzaron al vacío dos astronautas que llevan casi un siglo fuera de casa. Seguramente no lo sabremos nunca, estarían hasta los cojones o algo. Yo lo único que se seguro es que mañana me compraré esa chaqueta alucinante que vi en un escaparate justo antes de coger el taxi. Pero sí, quizás ese sea el enfoque, aunque sea una columna del montón. No pasa nada tampoco, no todos los artículos tienen que ser impactantes. A lo mejor basta a veces con hacer un buen trabajo y redactarlo de puta madre, además de que tu firma le suene a premiada a los colegas del sector. ¿No he leído yo muchos artículos así? Resultan rigurosos, sólidos, aunque tampoco te aporten nada. Así empecé y luego fueron surgiendo las cosas. Ahora me puedo permitir cargarle esta habitación lujosilla a la editorial y no dar explicaciones a nadie. Por ahora voy a salir de aquí, aunque reconozco que me quedaría cenando y viendo una peli encantada.



No falla. Justo un segundo después de disfrutar un ligero aroma a tabaco me ataca un hilo de humo directamente a los ojos. Le miro y se da cuenta. Cambia de situación el cenicero tras dar una ligera calada. No está mal este sitio para estar en el centro. Gente de aquí, del lugar, tomando algo después del trabajo, quedando con los amigos o esperando a alguien. La música es buena, coño, justo lo que necesitaba, un poco de rock del de toda la vida a un volumen moderado. Y voz femenina. Y la cerveza es buena, después de la caña me pido una jarra, aún me queda un rato hasta acabar el periódico. El camarero parece amable. Hace lo posible por no molestar mientras pasa la balleta secando la barra. Pide disculpas sin más y me giro leyendo hacia un lado. Levanto un poco la vista, casi sin darme cuenta, y veo una pareja que charla al fondo, junto a la puerta. Es curioso como al verles me viene a la cabeza mi última relación. Es, como fuimos nosotros, una pareja más, que se conoce, se gusta, se cae bien, pero están juntos sin tener la obligación de estar. Si no se hubieran conocido estarían con otra y otro, simplemente. O quizás estoy proyectando, como siempre, mi vida en la de los demás, sin conocer, sin saber. ¿Y si se me escapa a mi el motivo por el que la gente hace muchas cosas? En el periódico hay muchas historias que no comprendo. Como en los artículos de sucesos, tristemente habituales: parricidio, atropello, manifestación con altercados, robos. Y lo mismo con el resto de cosas que leo: entrevistas, artículos sobre cosas por mejorar, cosas que van bien o mal. ¿Quién sabe por qué siquiera estoy yo haciendo esto? ¿Por el dinero? ¿Porque me gusta mi profesión? Tal vez. Lo único que se realmente es que en la universidad fue la vorágine de que se me daba bien y le echaba horas. Empecé a colaborar aquí y allá... supongo que eso significa que sí, me gusta a lo que me dedico. Pero sin duda la más sorprendente es la sección de contactos. Da la sensación de que salen los mismos anuncios en todos los periódicos, pero en realidad es en cada uno de ellos donde uno siempre encuentra algo de peculiar. Yo jamás haría una cosa así, y sin embargo hay mucha gente que se afrece para esto o aquello, relaciones esporádicas, matrimonios de un día para otro, todo tipo de sumisiones sexuales, ... la gente quiere invertir su tiempo en este tipo de cosas. ¿Y por qué no? Quizás esto me pasa con el suicidio de estos astronautas en Júpiter, que yo no comprendo lo que han hecho pero quizás tienen un motivo un poco mejor que otro, o igual de bueno. Pero todo podría resumirse en ¿Y por qué no? Quedaría muy cutre en el artículo orientarlo de esa manera. No es alguien buscando echar un polvo todos los sábados por la noche. Tiene que haber un porqué, ha de ser algo más concreto y profundo. Sería patético caer algún día en ese tipo de enfoque. Puedo escribir muchas cosas hoy día, pero si escribiera algo así caería en picado en la redacción por lo menos hasta que volviera a dar un buen campanazo.



Hora de dormir. La cama es grande y cómoda. Despertador, coleta, aire acondicionado y lista. Los papeles de la agencia siguen sobre la cama y los dejo en el suelo. Tengo al menos 3 pares de zapatos que combinan con la chaqueta. Mañana será otro día. Me llevaré los papeles si no se me olvida porque queden escondidos bajo el edredón por la mañana. Pero haré mejor en trabajar un poco en mi libro con el portátil. De todas formas, sea como sea, tengo material para escribir el artículo de muchas formas. Dentro de dos días tengo la entrevista con los familiares de él, quizás me puedan contar algo que sepan por sus padres o por sus abuelos, pero no espero sacar gran cosa. Los de ella ya me proporcionaron un elemento dramático, plagado de recuerdos familiares y homenajes póstumos; poco más. ¿Salgo por la mañana o me quedo a dar una vuelta, como y me marcho? Me quedo, no tengo nada que hacer ni aquí ni allí, y aunque no debería comprar nada más no me hará ningún mal mirar algún que otro escaparate. Así que ¿por qué no?

Sigo sin poder dormir y han pasado por lo menos 2 horas. Me incorporo y me lamento por no haber traído el libro que estaba leyendo. Si me pongo con el portátil no dormiré, y odio dormir por el día si no es porque he estado por ahí bailando y de juerga. Los papeles de la agencia no es que tengan mucha narrativa, pero seguro que aún así son un somnífero de primera. Abro el documento por la mitad y ahí están, era cuestión de probabilidades, las anotaciones del ordenador. Palabras que no entiendo y entre corchetes o numeradas, indicaciones del propio ordenador: verbose, warn, 30UP, set/get 20013... Entre medio frases legibles. Es muy difícil siquiera seguir el hilo. Cada sentencia se refiere a cosas muy dispares: temperatura, registros, presión, comida, propulsión, uso del laboratorio. Hay por aquí algunas sentencias separadas pero de alguna forma continuadas sobre la muerte de Lint. Cuidados médicos, tratamientos, presión sanguínea, pulso, temperatura corporal, actividad cerebral... De pronto me siento totalmente despejada y veo, con asombro esperanzador, algunas sentencias sueltas que dicen: registro de voz. ¡Claro! Tienen que estar estas grabaciones en alguna parte ¿no? Si consiguiera ordenar estos cientos de líneas quizás sacaría algo en claro, pero es evidente que aquí falta mucho material y si no resultó ser irrecuperable tienen que tenerlo los de la agencia. Está claro que me toca levantarme temprano. Llamaré y volveré a reunirme con aquel tipo. Pero desvelada como estoy va a ser mejor que encienda el portátil y me ponga a ordenar algunos datos de esta interminable lista. Quizás así pueda ir mañana con las ideas más claras sobre qué les tengo que pedir y por qué.



El agradable hombre que me atendió ayer me ha enviado a hablar con otro tipo. Y ahí está, reclinado en la silla, enmarcado entre dos grandes monitores, mirándome y esperando a que le diga qué coño estoy haciendo allí, supongo. Le digo para qué he venido. Me dice que ya lo sabe, que le diga qué quiero. Es un tipo atractivo, sin duda. Le comento que estuve revisando los documentos que me dieron durante toda la noche. Es mentira, claro. Me dormí veinte minutos después de empezar a ordenar sentencias de regulación de temperatura cronológicamente. Está claro que era tarde y estaba bastante espesa. ¿A quién se le ocurre empezar por los datos de temperatura? Sin duda debe ser lo menos relevante, pero... "Bien" me dice. Me comenta que efectivamente tienen "logs" más completos que esos, pero que son tan exhaustivos que es un trabajo interminable tratar de analizar aquello. Le pregunto por los registros de voz. Ni un gesto, sé que le he sorprendido, pero no ha parpadeado lo más mínimo. "Es material restringido de la agencia, al menos por el momento." Estoy empezando a cabrearme. Resulta que estos tipos tienen todo el material olvidado y yo que estoy tratando de contar al mundo qué es lo que pasó con aquellos tipos en el espacio no tengo acceso a pesar de que está claro que va a estar cogiendo polvo durante los siglos que tarden en tirar todo aquello. Se lo digo de una forma algo más diplomática, pero exigente. Ha sonreído. "El material no está impreso, no todo. Lo que le dimos a usted es todo de lo que disponemos en papel, el resto se encuentra todavía digitalizado." Vuelvo a insistir en las grabaciones de voz, en si pueden existir también vídeos de a bordo. No responde. Me cabreo mucho y me levanto para irme. A dos pasos de la puerta me doy la vuelta y el hijo de puta está mirando fijamente una de las pantallas de ordenador y hace mención de ir a teclear algo. Así que voy y le digo que qué piensan hacer con ese material, que si les parece que yo pueda contar algo y que en esos registros tiene que hallarse el motivo del suicidio. Le pregunto directamente qué es lo que encontraron en la nave cuando aterrizó. Finalmente, le ataco personalmente pues recuerdo que me han dicho que él es el responsable de investigar lo sucedido para la agencia: "hace su misma tarea, pero para la agencia" dijeron exáctamente. "¿A qué conclusiones ha llegado ya, si se puede saber?" termino.

Se ha quedado mirándome desde el principio, pacientemente, y sólo se ha reclinado de nuevo cuando he parado de hablar. Y entonces me pregunta "¿Qué cree saber exactamente sobre el caso? Te haré una pregunta mejor ¿Cuánto tiempo crees que vivieron John y Anita Andrews ahí fuera?" No entiendo la pregunta, no se de qué coño va este tipo ahora, y encima me ha tuteado él primero. Le respondo que a qué viene esa pregunta, que ese dato sale en los periódicos con sólo ver las fechas de salida y regreso de la nave, exceptuando el tiempo de travesía de Júpiter a La Tierra. Y entonces me deja helada: "Voy a darle una pista" ¡Será bastardo! "John y Anita vivieron en aquella nave entre un día y menos de cerca de noventa años. Piense en ello y cuando vea que ha trabajado sobre lo que le dimos todo lo que pueda, vuelva y quizás pueda ayudarla en algo." ¡Seré estúpida! Me quedo totalmente avergonzada. Ni siquiera me he parado a pensar en aquello. ¡La hibernación! Realmente no tengo ni idea de cuanto tiempo estuvieron despiertos, es decir, de cuánto tiempo realmente vivieron en aquella nave. Mi silencio ha hecho mella, obviamente, en nuestra posición relativa en este caso. Trato de disimular y le digo que haré que le pidan esos registros de voz por escrito desde la editorial. Me marcho. Al salir por la puerta noto un cansancio brutal. La verdad es que he dormido poco, pero el impacto de verme tan cláramente humillada, de haber necesitado ver mi estupidez multiplicada por cien para darme cuenta de ella, me ha desatado tal taquicardia que, al contenerla, me ha dejado exhausta. Voy al baño. Coleta, lavado de manos y cara, urinario, lavado de manos y cara. Abro los ojos tras el paso de la toalla, y me quedo mirándolos frente al espejo. Antes era mejor, podía pensar en chaquetas y viajes pero mantenía la concentración en el trabajo. Necesito salir a la calle, airearme y proyectar cómo ser la de antes. Casi no me apetece ni andar así que me acerco a una plazita que hay enfrente con bancos y algún que otro árbol. No, no es eso. Sí he estado concentrada. Coño, si ni siquiera he disfrutado apenas de la ducha o de la jarra de cerveza. Ni siquiera podía dormir. De una forma u otra siempre acabo pensando en el trabajo. Lo que había ocurrido es que estaba demasiado centrada en mantener mi posición. Había perdido la humildad sin darme ni cuenta. Pero ¿qué posición? Una posición de mierda es lo que intentaba defender, me lo ha dejado bien claro aquel tipo.



Por fin estoy acabando el artículo. Me ha llevado dos semanas más, el tiempo que me había puesto de límite la dirección. Pero el resultado creo que lo merece. Va a ser todo un éxito o eso al menos es lo que espero. He releído tantas veces todas las líneas que casi puedo hasta canturrearlas de 9 o 10 formas distintas. Si por mi fuera, esta historia no quedaría así. Me he dado cuenta de que mi intuición iba por buen camino. Aquí hay una historia que se esconde de todos nosotros, pero que debe ser por lo menos conmovedora, seguramente alucinante, quizás aterradora. Los Andrews habían vivido unos 40 años en aquel viaje por el espacio y finalmente habían decidido que no regresarían a La Tierra, que su camino terminaba donde de alguna forma había empezado tras la hibernación: en el espacio. Tampoco sabemos si cuando salieron de la nave estaban todavía vivos, o si lo habían programado todo para cuando estuvieran muertos. Con poco más material de con el que volví de la agencia he confeccionado esto. Y con algo de ayuda de él, que me trajo personalmente documentación que habían desclasificado. Incluso echamos unas cervezas y nos reimos de nuestro primer encuentro. Creo que quedé prendada de aquel tipo frío cuyas palabras me alertaron de que no iba por el buen camino, de que aquello no era lo que quería. Al principio le odié, obviamente. Pero tras hablar nuevamente con él me di cuenta de que me atrajo desde el primer momento. Espero que no termine todavía la relación. Aunque tan sólo somos amigos la verdad es que estamos en contacto más a menudo. No se, tengo la corazonada de que con el enfoque sincero, aquel que había despreciado desde mi pedestal, voy a conseguir acercar la historia, lo que se sabe de ello, a mucha gente. ¿Y por qué no? Los amantes de Júpiter... quizás algún día sepamos por qué decidisteis que vuestra tumba trazaría aquella órbita. Yo al menos ya se cuál es la mia, tras haber estado cerca de perderla de vista.

No hay comentarios: